martes, 26 de enero de 2010

Al gobernador Humberto Moreira - La Opinión Milenio

Guillermo Anaya Llamas
Recomendarvotar ahoraLa intolerancia se define como la falta de la habilidad o la voluntad de tolerar algo.

Uno de los pecados más graves que suelen cometer algunos gobernantes en perjuicio de la democracia es la intolerancia, porque entre otras cosas, pierden el sentido de la realidad, y con ello el poder mejorar el orden de las cosas para lo cual fue electo.
En una sencilla definición del concepto encontré la siguiente: “La intolerancia se define como la falta de la habilidad o la voluntad de tolerar algo. En un sentido social o político, es la ausencia de tolerancia de los puntos de vista de otras personas. En este último sentido, la intolerancia resulta ser cualquier actitud irrespetuosa hacia las opiniones o características diferentes de las propias. Supone, por tanto, cierta dureza y rigidez en el mantenimiento de las propias ideas o características, que se tienen como absolutas e inquebrantables (FERRATER MORA, José. Diccionario de filosofía, Ariel, Barcelona, 1980, p. 3267). Tiene por consecuencia la discriminación dirigida hacia grupos o personas por el hecho de que éstos piensen, actúen o simplemente sean de manera diferente. El intolerante considera que ser diferentes equivale a no ser iguales en cuanto a derechos. Formas comunes de intolerancia son el racismo y la intolerancia política.”
En este sentido, la intolerancia que ha mostrado el gobernador Moreira lo ha llevado a asumir actitudes de otro concepto que pongo a su consideración: fascistas, y para darle mayor claridad a mi comentario, defino el término: “El fascismo es una ideología y un movimiento político que surgió en la Europa de entreguerras (1918-1939). El proyecto político del fascismo es instaurar un corporativismo estatal totalitario, mientras su base intelectual plantea una sumisión de la razón a la voluntad y la acción, un nacionalismo fuertemente identificado con componentes victimistas que conduce a la violencia contra los que se definen como enemigos por un eficaz aparato de propaganda, un componente social interclasista, y una negación a ubicarse en el espectro político de izquierdas o derechas”.
La intolerancia política que ha mostrado el gobernador Moreira, y sus actitudes y acciones fascistas, lo han llevado a realizar actos apartados de la legalidad y al uso de organismos que, de acuerdo a nuestra Constitución Política (Federal y Estatal), deberían tener autonomía.
Me refiero en este caso al uso y sometimiento que han mostrado los Diputados locales priistas del Congreso, quienes sin tener presentes los principios de legalidad y sin tener sustento jurídico, se han prestado para que el Ejecutivo Estatal promueva una represalia en mi contra por el sólo hecho de diferir de su ideología política y demandar de su parte honestidad, tolerancia y transparencia en el manejo de los recursos públicos de los coahuilenses. Mediante un total sometimiento del Poder Legislativo, se ha aprobado una supuesta revisión de la gestión municipal de Torreón 2003-2005 que presidí, ésto aún y cuando los Diputados de la anterior legislatura revisaron y aprobaron las cuentas públicas de esos años, ésto quiere decir que es cosa juzgada, pero como en el Estado la “voluntad” del Ejecutivo dispone, la Auditoría Superior del Estado recibirá el exhorto del Congreso para esta nueva revisión; por mi parte, desde esta tribuna les digo: “Quien nada debe nada teme”. Así las cosas en nuestro Estado.

Guillermo Anaya Llamas es senador panista de Coahuila

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