Por: ENRIQUE IRAZOQUI
NO HAGAS COSAS BUENAS...
En medio de las semanas donde ya la cuesta de enero se expresa con toda su intensidad, y que la gente sale ya del festín navideño y de fin de año, todo vuelve a su curso, y la cosa pública hace también lo propio, y desafortunadamente también la violencia.
Dos hechos ocupan ahora los espacios noticiosos locales, y aunque de muy distinta índole, vale la pena comentarse.
El miércoles pasado, poco después de las siete de la mañana, hubo un sangriento suceso en el Centro de Readaptación Social de la ciudad de Durango, donde 24 internos resultaron asesinados; 23 de ellos murieron en ataques con puntas fabricadas por los homicidas, reclusos también, y un día después apareció el último cadáver, que fue victimado por arma de fuego.
La nota en sí parecía pues un lamentable hecho de sangre suscitado entre reos, pero el número de víctimas, la velocidad con la que ocurrieron las muertes y, sobre todo, el pronto antecedente de que en poco más de 13 meses hayan sido ya más de 70 personas privadas de la vida en las cárceles de Durango, nuevamente muestran que algo marcha muy mal.
La salida por la tangente del gobernador Ismael Hernández Deras es ya conocida, todo es por la guerra emprendida por el presidente Calderón contra el crimen organizado, pero ahora cuando las cosas suceden dentro del territorio limitado a la estricta administración estatal -los Ceresos- ya el decir que lo que sucede es que existe un porcentaje significativo de presos del fuero federal y eso causa la extrema violencia intramuros, resulta ya una burla.
Nadie puede decir que como están las cosas resulta sencillo hacerle frente a todas las facetas de la violencia que existen en territorio nacional, pero no es correcto que siempre se eluda la responsabilidad que le toca, y en Durango, sin duda, ya ni las cárceles puede medianamente controlar.
Por otra parte, en esta vuelta natural a los asuntos cotidianos amén del transcurrir de los días, en Coahuila hay un tema en la mesa de los cafés y los noticieros por el ataque lanzado por el senador Guillermo Anaya al gobernador Humberto Moreira.
El tema utilizado es la aplicación del Gobierno de Coahuila al programa asistencial del Monedero de la Gente, consistente básicamente en tarjetas bancarias repartidas entre sectores de la población donde se depositaban doscientos pesos mensuales, como un apoyo a las clases populares. El problema es que este programa inició a principios del año pasado y fue suspendido en noviembre, al declarar el propio gobernador que existían ciertas irregularidades en la manera de operar el monedero y que a la postre sería mejorado, transformándolo ahora en la Tarjeta del Hogar.
El único problema de este es que el apoyo en metálico se otorgó en un año de dos procesos electorales, y eso ha sido suficiente para que Anaya lo tome como estrategia de golpeteo de cara a la renovación del Poder Ejecutivo estatal, no obstante la nueva Tarjeta del Hogar ha vuelto a funcionar en enero.
Es muy claro que ahora más que nunca el PRI está muy posicionado en Coahuila, a la vez que el PAN es ahora un partido electoralmente marginal, que no parece poderle ganar al partido gobernante en el Estado bajo ninguna circunstancia, por ello los ataques del senador, pero por otra parte sorprende la sobrerreacción que está teniendo el profesor Moreira a un asunto que hasta ahora no ha sido documentado lo suficiente como para poder comprometer el asunto a una consecuencia mayor. Tal vez el éxito político que ahora gozan los hermanos Moreira los esté haciendo perder la prudencia y mesura recomendable para la jerarquía del Ejecutivo estatal, y aunque el PAN está siendo repudiado cada vez más por mayorías amplias, todavía existe una fracción de los coahuilenses que se identifican con Acción Nacional, y ellos también son gobernados por el ríspido gobernador Moreira, cosa que debería considerar.
Tiempo se necesita para mirar en qué acaban los dos hechos, por Durango tal vez la sucesión provoque un mejor control en lo posible de los hechos violentos, en tanto, en Coahuila el asunto del monedero dará de qué hablar un poco más.
NO HAGAS COSAS BUENAS...
En medio de las semanas donde ya la cuesta de enero se expresa con toda su intensidad, y que la gente sale ya del festín navideño y de fin de año, todo vuelve a su curso, y la cosa pública hace también lo propio, y desafortunadamente también la violencia.
Dos hechos ocupan ahora los espacios noticiosos locales, y aunque de muy distinta índole, vale la pena comentarse.
El miércoles pasado, poco después de las siete de la mañana, hubo un sangriento suceso en el Centro de Readaptación Social de la ciudad de Durango, donde 24 internos resultaron asesinados; 23 de ellos murieron en ataques con puntas fabricadas por los homicidas, reclusos también, y un día después apareció el último cadáver, que fue victimado por arma de fuego.
La nota en sí parecía pues un lamentable hecho de sangre suscitado entre reos, pero el número de víctimas, la velocidad con la que ocurrieron las muertes y, sobre todo, el pronto antecedente de que en poco más de 13 meses hayan sido ya más de 70 personas privadas de la vida en las cárceles de Durango, nuevamente muestran que algo marcha muy mal.
La salida por la tangente del gobernador Ismael Hernández Deras es ya conocida, todo es por la guerra emprendida por el presidente Calderón contra el crimen organizado, pero ahora cuando las cosas suceden dentro del territorio limitado a la estricta administración estatal -los Ceresos- ya el decir que lo que sucede es que existe un porcentaje significativo de presos del fuero federal y eso causa la extrema violencia intramuros, resulta ya una burla.
Nadie puede decir que como están las cosas resulta sencillo hacerle frente a todas las facetas de la violencia que existen en territorio nacional, pero no es correcto que siempre se eluda la responsabilidad que le toca, y en Durango, sin duda, ya ni las cárceles puede medianamente controlar.
Por otra parte, en esta vuelta natural a los asuntos cotidianos amén del transcurrir de los días, en Coahuila hay un tema en la mesa de los cafés y los noticieros por el ataque lanzado por el senador Guillermo Anaya al gobernador Humberto Moreira.
El tema utilizado es la aplicación del Gobierno de Coahuila al programa asistencial del Monedero de la Gente, consistente básicamente en tarjetas bancarias repartidas entre sectores de la población donde se depositaban doscientos pesos mensuales, como un apoyo a las clases populares. El problema es que este programa inició a principios del año pasado y fue suspendido en noviembre, al declarar el propio gobernador que existían ciertas irregularidades en la manera de operar el monedero y que a la postre sería mejorado, transformándolo ahora en la Tarjeta del Hogar.
El único problema de este es que el apoyo en metálico se otorgó en un año de dos procesos electorales, y eso ha sido suficiente para que Anaya lo tome como estrategia de golpeteo de cara a la renovación del Poder Ejecutivo estatal, no obstante la nueva Tarjeta del Hogar ha vuelto a funcionar en enero.
Es muy claro que ahora más que nunca el PRI está muy posicionado en Coahuila, a la vez que el PAN es ahora un partido electoralmente marginal, que no parece poderle ganar al partido gobernante en el Estado bajo ninguna circunstancia, por ello los ataques del senador, pero por otra parte sorprende la sobrerreacción que está teniendo el profesor Moreira a un asunto que hasta ahora no ha sido documentado lo suficiente como para poder comprometer el asunto a una consecuencia mayor. Tal vez el éxito político que ahora gozan los hermanos Moreira los esté haciendo perder la prudencia y mesura recomendable para la jerarquía del Ejecutivo estatal, y aunque el PAN está siendo repudiado cada vez más por mayorías amplias, todavía existe una fracción de los coahuilenses que se identifican con Acción Nacional, y ellos también son gobernados por el ríspido gobernador Moreira, cosa que debería considerar.
Tiempo se necesita para mirar en qué acaban los dos hechos, por Durango tal vez la sucesión provoque un mejor control en lo posible de los hechos violentos, en tanto, en Coahuila el asunto del monedero dará de qué hablar un poco más.
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